La última vez que pudo capturarse a un ejemplar vivo del ave, conocida científicamente como pezoporus occidentalis, fue hace más de cien años.
El hallazgo fue anunciado en conferencia del museo del estado de Queensland, en Australia, a la que se accedía únicamente por invitación y en la que no se permitieron cámaras.
Young, que logró tomarle fotos y hacer un video, expresó que prefería ir a la cárcel antes que revelar específicamente dónde encontró al loro, de plumaje verde y amarillo -excelente decisión-. Él mismo se hace llamar “el detective de lo salvaje”, y asegura que quiere impedir que curiosos invadan la zona desértica y remota de Queensland, donde lo avistó.
De acuerdo a informaciones de prensa, le tomó 15 años de trabajo y más de 17 mil horas encontrarlo. En 2005, dos biólogos vieron el ave, pero no pudieron sacarle fotos, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Pero la mayoría de la información de que se dispone data del siglo XIX, cuando unos 25 ejemplares fueron atrapados.
Especialistas del mundo de la ornitología calificaron el hallazgo de Young como “enorme”.
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