La mayoría de la población tiene más de 65 años y carecen de gente joven, prueba de ello es que ya no existe ninguna escuela abierta -la última cerró en 1989-. Desde entonces, el número de felinos aumentó, esto porque los ratones comían los gusanos de seda, motivando a que los comerciantes tuvieran gatos como mascotas para contrarrestar el problema. Además, los marineros son grandes amigos de estas especies, por su capacidad de predecir tormentas.
Hasta el momento, Tashirojima se ha hecho conocida como un santuario felino y el turismo va en aumento.
En el video se hace un seguimiento a la vida de algunos habitantes, quienes trabajan en el puerto haciendo labores de pesca y mantenimiento, además te presentamos una galería con los gatitos en su vida cotidiana, disfrutando de la isla.
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