Pero esto está por cambiar. Recientemente, un juez dictaminó que entregar la lista de animales a la gobernación de Wyoming en 2012 fue “arbitrario y caprichoso” y que el estado no está preparado para gestionar la población de lobos por su cuenta. Este logro tiene a los activistas por los lobos suspirando tranquilos; el plan de manejo de Wyoming, como señaló Bonnie Rice de Sierra Club –una organización por la protección del planeta– pudo haber llevado a los lobos “de nuevo al borde de la extinción”. La jueza Amy Berman Jackson no desafió los hallazgos anteriores que señalaban que los lobos se habían recuperado y que la especie “no está amenazada ni en peligro dentro de una porción significativa de su rango de distribución”. Pero aún así, el fallo de la jueza significará que los lobos de Wyoming nuevamente estarán bajo la protección de la Ley de Especies Amenazadas y no podrán ser cazados –al menos en el corto plazo–.
Antiguamente más de 2 millones de lobos grises merodeaban en el territorio Norteamericano, pero los carnívoros fueron prácticamente eliminados por el ser humano a principios de 1900. Hoy apenas alrededor de 5 mil 500 ejemplares existen en estas tierras, aunque el aumento de los estados que permiten la caza de lobos por ley como lo hacen Nuevo México, Montana, Idaho y hasta ahora Wyoming, es una amenaza que podría llevarlos a la extinción o a niveles de población muy bajos.
Los lobos se comunican entre sí más por medio de la armonía e integración, que por medio de la agresión y la sumisión (ya sea activa o pasiva).
Una fotografía publicada el año pasado en Facebook, mostraba a un grupo de cazadores posando con el cuerpo de un lobo con su hocico y patas ensangrentadas y la descripción decía “Wyoming está harto”. Algunos de los comentarios que surgieron después decían cosas como “el único lobo gris bueno para mí, es uno que esté muerto” o “¡Continúen matando chicos!”.
Pero los científicos y conservacionistas se han esforzado por restaurar las poblaciones de esta especie en el ecosistema Norteamericano. Diversos estudios han demostrado que los lobos mantienen el balance en el medioambiente: cazan otros mamíferos grandes como los alces o el ciervo canadiense, cuyas poblaciones –y hábitos alimenticios– pueden descontrolarse sin un predador que los mantenga bajo control. Su caza además ayuda a alimentar a otras especies con hábitos carroñeros como los glotones, las águilas calvas o los leones de montaña, cuando no cazan por su cuenta. Incluso fuerzan a los ciervos canadienses a mantenerse en grupos pequeños, lo que reduce la propagación de enfermedades y también se ha descubierto que su presencia es buena para la tierra o el suelo.
Los lobos recorren distancias de 50 a 120 km, en periodos de 8 a 10 horas.
Algunas de las organizaciones que formaron parte de la demanda luego de que se concediera el manejo de los lobos a la gobernación en 2012, incluyen a Earthjustice, the Natural Resources Defense Council,Defenders of Wildlife, the Sierra Club y the Center for Biological Diversity.
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