Hubiese sido sacrificado, pero los voluntarios de la Southern Animal Foundation dieron con él. Estos lo describieron como un perro "amable y de gran corazón a pesar del terrible sufrimiento que pasó". Los rayos X mostraron que el animal tenía rocas dentro de su estómago y hojas masticadas. Tuvo que ir a cirugía, la cual salió, gracias a Dios, exitosa.
Actualmente, los especialistas de la fundación tratan de restaurar desesperadamente su salud y peso y darlo en adopción a una buena familia. Por supuesto, Alex hizo parte de las terribles estadísticas que muestra la fundación animalista PETA: cada año –y solo en Estados Unidos– se pierden o abandonan entre 6 y 8 millones de mascotas. Y en el mismo rango de tiempo, de 3 a 4 millones de ellas son sacrificadas.
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