Fueron rescatados y así terminaron en las manos de estos cuidadores. La suerte por fin estaba de su lado: todos los castores necesitan a su madre por lo menos sus primeros 2 años de vida, pero como ella ya no estaba, los rescatistas asumieron el rol de madres sustitutas.
Uno de los roles más importantes que tiene este grupo de personas es llenar el vacío que dejó la ausencia de su madre, mientras les enseñan cómo vivir en la naturaleza. Esto significa que diariamente deben practicar una actividad vital que les servirá a sobrevivir por su cuenta más adelante: nadar.
Por el momento los pequeños están a salvo y aunque perdieron a su madre por la intolerancia de un hombre, gracias a los rescatistas están aprendiendo que no todos los seres humanos son sus enemigos.
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