Cada día, Raju, el elefante, era obligado a actuar delante de los transeúntes y se alimentaba solo de lo que le ofrecían los espectadores de sus trucos y de lo encontraba en la basura.
Cuando los activistas lograron finalmente poner en libertad al Raju y transportarlo a un centro de conservación notaron que lágrimas de felicidad humedecían los ojos del animal.
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Actualidad RT
Daily Mail
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